San Valentín, Tinder y el mercado del amor

Cada vez más el 14 de febrero es reconocido y festejado en todas partes del mundo como el “Día de los Enamorados”. Corazones, bombones, flores y toda una serie de símbolos tradicionalmente asociados al amor invaden los espacios virtuales y las publicidades. Una fecha para celebrar el encuentro pero que también invita a reflexionar sobre las dinámicas vinculares y sobre los ideales del amor romántico que nos atraviesan. ¿Cuál es la textura de los vínculos amorosos de los tiempos que corren? ¿Cuáles son las particularidades de las alegrías y de los padecimientos? Las cuestiones vinculadas al amor suelen ser un motivo de consulta recurrente a la hora de empezar un espacio psicoterapéutico: la sensación de soledad, las frustraciones, los ciclos de ilusión-desilusión, las dificultades para el compromiso y una cierta sensación de incertidumbre. Destaca también la prevalencia de las aplicaciones de citas como un medio para conocer gente, lo cual abre a la cuestión sobre el impacto de estas nuevas tecnologías en los guiones sexoafectivos.

Haciendo un poco de historia, podemos ubicar a las aplicaciones de citas dentro del contexto más amplio del online dating cuyos antecedentes históricos se remontan a los anuncios personales en los periódicos y, posteriormente, a las plataformas web del estilo Match.com. Con la masificación de los teléfonos inteligentes, la posibilidad de concretar citas con personas desconocidas quedó literalmente al alcance de la mano. Un hito que modificó el panorama fue la aparición de Tinder en 2012, aplicando la tecnología de geolocalización al público masivo heterosexual (Grindr había sido pionera en población homosexual) y el concepto de double opt-in según el cual ambas personas tienen que consentir para poder iniciar un contacto. Con el aislamiento social debido a la pandemia por COVID-19, las aplicaciones de citas se consolidaron como una fuente importante de conexiones sexuales y afectivas. Al día de hoy, Tinder tiene un promedio de 66 millones de usuarios activos por mes en todo el mundo y se calcula que alrededor del 40% de las parejas que se forman se conocen a través de aplicaciones de citas (Reuters, 2021; Stanford News, 2019). 

Una manera de abordar este fenómeno es considerar que las aplicaciones de citas replican lo que ocurre en otros ámbitos, limitándose a amplificar el número de conexiones posibles. Desde esta perspectiva, conocer a alguien a través de una app no sería muy distinto de hacerlo en un bar o en cualquier otro tipo de espacio público. Sin embargo, recientes investigaciones provenientes de los estudios de género señalan que estas tecnologías podrían estar introduciendo una novedad en la forma en la que nos vinculamos. Uno de los motivos tiene que ver con el proceso de gamificación, es decir, al diseño de estas aplicaciones para crear una experiencia lúdica y competitiva, similar a la de los videojuegos, que podría generar una distancia emocional y una pérdida de seriedad a la hora de encarar los vínculos.

Por su parte, la socióloga Eva Illouz (2012) habla de la mercantilización del amor y advierte que la abrumadora cantidad de opciones que ofrece internet lleva a una mentalidad de consumo, donde se busca maximizar los resultados (encontrar la mejor opción) en lugar de conformarse con una buena opción entre pocas disponibles (como ocurría en otros tiempos). Así, nos encontraríamos frente a una especie de catálogo de compras donde siempre habría más y más opciones, con elecciones de tipo fast food, en una paradoja entre la hiperconectividad digital y las dificultades para establecer conexiones genuinas. En su libro El algoritmo del amor: un viaje a las entrañas de Tinder (2019), la periodista francesa Judith Duportail se lanza a una investigación entre profesional y personal sobre los usos de Tinder y describe algo de este fenómeno de la siguiente forma:

“Nos visualizo a todos, haciendo swipe frenéticamente,en un proceso supuestamente consumista, proclamando el deseo de una satisfacción pura y llanamente sexual, pero buscando, en realidad, una mirada que valide. Así nos atrapa Tinder, por nuestra necesidad visceral de validación”. 

Judith Duportail

Este parece ser el panorama de las relaciones amorosas en el que nos encontramos, con sus formas contemporáneas de buscar el amor. Sin embargo, nos parece importante destacar que más allá de este telón de fondo, siempre hay lugar para los aspectos subjetivos, la dimensión personal, en la que cada quien busca vincularse y conectar con otros. Hay un entrecurzamiento entre la época y nuestra propia historia. Si bien la era digital y las aplicaciones de citas pueden delinear algunas dinámicas preestablecidas, es cierto que también brindan la oportunidad de redefinir los vínculos de maneras innovadoras. Queda el desafío de poder vincularse con estas tecnologías de una manera sana y, en última instancia, empoderadora. 

FUENTES

  • Duportail, J. (2019). El algoritmo del amor: un viaje a las entrañas de Tinder. Editorial Contra. 
  • Illouz, E. (2012). Por qué duele el amor. Una explicación sociológica. Editorial Katz. 
  • Linne, J. (2020). “No sos vos, es Tinder”. Gamificación, consumo, gestión cotidiana y performance en aplicaciones de “levante”. Convergencia, 27.
  • Reuters (2 de febrero de 2021). Match tops sales estimates as Tinder, Hinge keep sparks flying. Reuters
  • Stanford News (21 de agosto de 2019). Meeting online has become the most popular way U.S. couples connect, Stanford sociologist finds. Stanford News.